jueves, 6 de noviembre de 2008

Mentira

Todos los años cuando cumplo diez años me prometo que será la última vez. Ya se que es difícil pero, cada año, intento que se el definitivo. Confío ciegamente en que el año siguiente será diferente.
En los días previos a mi cumpleaños me imagino cómo será tener once años, pero la realidad es dura y me recuerda cúal es mi inevitable destino. Al llegar el día… ¡Hala! ¡Otra vez diez años! ¡Joder con las matemáticas! ¡Y eso que son exactas!...
Hace unos años, el día que iba a cumplir once años, me compraron dos velitas. Eran dos números uno. Mi madre había preparado una cinta de casete que tenía grabadas once campanadas y frente a mí estaba colocado un plato con once granos de uva.
Rodeándome, como los caballeros de mesa redonda rodeaban al Rey Arturo, diez amigos. Los once querubines observamos en silencio como mi madre encendía las velas. Apagó la luz y encendió el radio casete y las campanadas empezaron a sonar.
1, 2, 3..., caían como losas, 4, 5, 6..., cada campanada un latido, 8, 9, 10 y … ¿se acabo? Nada de nada. La esperada undécima campanada no sonó. ¿Se había estropeado el radiocasete? No, ¡que va! Es que no estaba. ¿Dónde narices estaba la puñetera campanada? Probamos y probamos, y no había manera de escucharla. Mis invitados se marcharon aburridos, tras tan considerable fracaso logístico.
Me miré al espejo y entonces comprendí que nada había cambiado. Así que... ¡nada! otro añito con diez años.La verdad es que tener diez años no esta mal, pero claro, tiene inconvenientes y ya se sabe que hasta lo bueno cansa.
Un día mi profesor de quinto de E.G.B., me dio un consejo. La verdad es que no la recuerdo al pie de la letra pero bueno rezaba algo así: “Haz una lista. De lo bueno y de lo malo. Ponlo en una balanza y hacia donde se incline, ese es el camino a seguir o a no seguir.” Bueno la verdad es que creo que no era así exactamente pero la cuestión es cuando me lo contó con diez años tampoco lo comprendí. Pero pasado el tiempo comprendí lo que me quiso decir aquel profe mío, y tras sopesarlo tener diez años es muy chulo.
No paro de jugar al fútbol, por cierto, cada año mejor. En el cole los deberes los hago de memoria, así que tengo toda la tarde libre para no hacer nada. Y bueno... mi madre se ahorra en velas una barbaridad o un sueldo como dice ella. Pero por supuesto, las desventajas de esta situación florecen impetuosamente. Por ejemplo, de los amigos que tenía cuando cumplí diez años por primera vez, ya no recuerdo ni sus caras. Mis amigos van cambiando cada año y hace ya tanto de esta situación que puede ser que hasta el hijo de alguno de ellos ya tenga diez años y sea mi compañero de clase. Además cada año tengo menos fuerzas, no físicas sino mentales, por supuesto.
Hace algún tiempo me han cambiado a otro cole. Estoy interno pero no esta mal. Además el profe que tengo ahora es total aunque un poco raro. Yo creo que está un poco loco, pero es muy gracioso. Me dice que esto no es un cole y que yo no tengo diez años. ¡Es la leche el tío! Dice que tengo cuarenta y tres y que hay cositas en mi cabeza que no funcionan bien. La verdad es que no me importa lo que me diga, pero lo que sí que es cierto es que en este cole hay gente pero que muy rara. Aquí todo el mundo lleva bata... ¡hasta los conserjes! que por cierto son un montón.
Bueno me voy a preparar mi cumple que mañana cumplo once años.




ES MENTIRA (JOAQUIN SABINA)


jueves, 25 de septiembre de 2008

ExTRAÑA FERIA DE SERES Y LUGARES

"Un mundo onírico plasmado en óleo sobre lienzo mediante luces de oscuridad.




En esta muestra el pintor se aproxima a los movimientos dadaístas, fauvistas o al mismo impresionismo alemán, en un obra visceral, alejada de motivaciones comerciales.


Un trazo realista y figurativo nos transportará a lugares, reflexiones y personas, sazonado por psicodélicos y lisérgicos colores.

¡Pasen y vean! La feria ha llegado a la ciudad."


Así nos presentan la primera exposición de Javier Vela.
Javier, mi hermano de sangre como diría Loquillo, nos abre su corazón, su mente. Su visión del mundo nos traslada a lugares y momentos con una atmósfera propia, auténtica.


Si a un artista hay que pedirle tener estilo propio y talento, estas dos facetas fluyen como un torrente sin control en la obra de Javier.

Abrid vuestros ojos y vuestra mente, y disfrutad de esta exposición en el espacio "Antonio Saura" sede del Consejo de la Juventud de Zaragoza (C\ San Lorenzo, 9 - 3º izq) del 16 de octubre al 14 de noviembre de 2008

Lo dicho no os lo perdáis.

$alud.

martes, 24 de junio de 2008

NO ME RINDO

Poetas, farsantes, soñadores, incrédulos, maltratadores, fracasados y sobre todo casados. Yo parecía ser un imán para cualquier hombre que se ajustase a alguno de estos perfiles. La verdad es que una vez pasada la cuarentena -no hace mucho por cierto-, no confiaba en conseguir ningún otro compañero de viaje que no fuese capaz de demostrar sobradamente su capacidad para fracasar o hacerme fracasar. De cualquier modo no dejaba de tener un espíritu soñador -adolescente más bien-, y esto me llevaba a seguir anhelando un hercúleo y apuesto joven que montado en su alado caballo me llevase a conocer todas esas maravillas que la vida me había negado. Mas cada soñadora tiene su antípoda realista que se encarga de abofetear moralmente a la crédula y manejable que suele tomar las decisiones.

Como era habitual, acababa de salir de una "movidita" relación, que como todas, había acabado con gritos, lloros y amenazas. Cuando una está acostumbrada a sufrir, ser feliz es sólo un pensamiento divertido. La dinámica de mis relaciones me llevaba inevitablemente a trasladar este fracaso a mi vida laboral -y como se podrá suponer, a cualquier faceta de mí gris vida-.
Trabajando como química en un laboratorio cosmético la emoción laboral era mínima pero gracias a esa capacidad para atraer problemas, sobre todo si tenían pantalones, había conseguido que ese modesto laboratorio hubiese sufrido varios líos de faldas y hasta un escándalo de espionaje industrial.

He de explicar que no soy una mujer con una belleza exagerada, ni una hembra avasalladora que merienda hombre de cinco a siete. La cierto es que tengo bastantes defectos adornados con alguna que otra virtud. Esto último no es mío, me lo dijo la otra noche un tipo en una coctelería. La cuestión es que el iluso o ilusionista, no sabría calificarlo exactamente, me dijo: "Cariño eres una cajita de encantos envuelta en esparto". Claro está, que después de una sonora bofetada y un par de gritos y una vez que el individuo de ágil lengua abandonó mi lado, comencé a pensar en su "dulce" frase. Y así, cuando apuraba mi enésimo Margarita en aquella rutinaria noche, y justo mientras brotaba de mi diestro ojo una etílica lágrima, comprendí que nunca nadie había resumido mi ser con tan pocas palabras. Así que decidí que, por aquella noche, ya era suficiente la cantidad de alcohol ingerido.
Recogí mis capas y emprendí camino hacía mi piso. Bueno, habría que hacer una película sobre mi piso, pero claro, no es ni el momento ni el lugar. Como decía, emprendí camino hacía el refugio de mi soledad física. Al menos este tipo de soledad era soportable, la otra, la soledad con guarnición, era, gracias a Dios, pasajera. Me explico, la guarnición no es más que el tipo ese que se rasca la entrepierna acostado a tu lado dos minutos antes de empezar a eructar camino del baño. Y es que es tanta la soledad que se siente al lado de un ser creado, según se demuestra diariamente para fornicar -por cierto, bastante mal en la mayoría de los casos- y ser adorado sin mérito alguno, que a veces una se siente más sola al lado de aquel recipiente de egoísmo que si estuviese perdida en mitad del espacio.

Nada más poner un pie en la calle, tomé conciencia de la pura realidad. Estaba borracha como una cuba. Ante esta situación, una dama de mi posición social solamente puede hacer dos cosas. O se coge un taxi y vuelve a casa con la mayor dignidad intentando no molestar al vecindario, o por el contrario, se toma dos margaritas más y después de un lavado de estomago, pernocta en el hospital y a la mañana siguiente regresa a casa. Tras reñida votación salió sorprendentemente la primera opción. Pensé que era una decisión sabia y que un gramo de cordura, o quizás locura, se había alojado en mi. Pero realmente lo que ocurría es que estaba deprimida como nunca, hasta el punto de saber que el alcohol no iba a cumplir su función anestésica y cegadora con la realidad. Había tocado fondo. Es más, estaba sentada en él.

El recorrido del taxi se me hizo eterno -creo que dimos más vueltas que una noria-, pero me sirvió para ir ordenando mis ideas. Al llegar a casa, extenuada física y moralmente, me derrumbé sobre mi cama. Me alegré de estar tan cansada. No tardaría en dormirme y así evitaría que mi cabeza me machacase intentando hacerme ver todas las miserias de mi existencia. Incluso me causó placer pensar que por la mañana lo vería todo de otra manera, que las ideas no se cobijarían maliciosas entre la noche y que a la luz del día todo tomaría un cariz menos melodramático.

Lo que no esperaba era tener esa noche un sueño que creo que hasta ese momento nunca había tenido. Soñé que al llegar a casa después de estar trabajando descubría que había alguien en ella. Luego la sorpresa era mayúscula ya que la persona que encontraba no era otra sino yo misma. El otro yo que encontraba era feliz y emanaba esa felicidad sobre todo y principalmente en mí. Le preguntaba qué hacía allí y me decía que yo la había traído y que el amor que podía sentir en aquel lugar era todo el amor que yo sentía por ella. Aturdida desperté y emprendí veloz camino hacía el baño. Tras vomitar y sudorosa aun del sueño, intenté analizar el significado de ese extraño sueño. Recordé una teoría de Sigmund Freud que explicaba que todos los personajes de nuestros sueños somos nosotros mismos. Pero aquello tenía que significar algo más. Pensé que a veces la explicación a cosas fantásticas o como en este caso a sueños, se encuentra en la propia realidad.

Esta tarde mi médico me ha dado una pequeña sorpresa. Es curioso como de un plumazo ha dado con la solución a varios de mis problemas. Desde esta tarde ya no fumo, ni bebo y, por fin, no tengo que buscar unos vaqueros apretados que contengan un tío. Hoy dormiré tranquila porque sé que no tendré otra vez ese estúpido sueño y fundamentalmente porque ese otro yo que me encontraba ya sé quien es. Es esa persona que llevo dentro de mis entrañas. Es mi bebe, el único ser que querré más que a mi misma. Es curioso, que el último "capullo" que se recostó a mi lado en la cama y, que mientras daba un portazo me decía que me acordaría de él toda mi vida, me haya dado lo que más quiero. Creo que quizás y por esta vez he dado con algo bueno en mi vida.