MENTIRA
Todos los años cuando cumplo diez años me prometo que será la última vez. Ya se que es difícil pero yo intento que sea el definitivo. Confío ciegamente que el año siguiente sea diferente. En los días previos a mi cumpleaños me imagino como será tener once años, pero la realidad es dura y me recuerda cual es mi inevitable destino.
Al llegar el día... ¡Hala! ¡Otra vez diez años!. ¡Joder con las matemáticas y eso que eran exactas!. Hace unos años, el día que iba a cumplir once años, me compraron dos velitas. Eran dos números uno. Mi madre había preparado una cinta de cassette que tenía grabadas once campanadas y frente a mi estaba colocado un plato con once granos de uva. Rodeándome diez amigos, que conmigo, hacíamos once comensales, mi madre encendió las velas y apagó las luces. Encendió el radio-cassette y las campanadas empezaron a sonar 1,2,3..., caían como losas, 4, 5, 6 cada campanada un latido, 8, 9, 10 y... ¿se acabo? Nada de nada. La esperada undécima campanada no sonó. ¿Se había estropeado el radio-cassette? No, ¡que va!, Es que no estaba. ¿Dónde narices estaba la puñetera campanada? Probamos y probamos y no había manera de escucharla. Mis invitados se marchaban aburridos. Me miré al espejo y entonces comprendí que nada había cambiado. Así que ¡nada! Otro añito con diez años.
La verdad es que tener diez años no está tan mal pero ¡claro! Tiene inconvenientes y ya se sabe que hasta lo bueno cansa. Un día mi profesor de 5o de E.G.B., me explicó una cosa. La verdad es que no la recuerdo muy bien, pero rezaba algo así: "Sí en una balanza ponemos las cosas buenas y malas de algo, la balanza te dice lo que tienes que hacer". Bueno creo que no era exactamente así pero la cuestión es que cuando me lo contaron con diez años no lo comprendí. Pero pasado el tiempo comprendí su significado. Tener diez años es muy chulo. No paraba de jugar a fútbol, por cierto, cada año mejor. En el colé los deberes los hacía de memoria, así que tenía toda la tarde para no hacer nada. Y bueno, mi madre ahorraba en velas una barbaridad o "un sueldo" como decía ella. Pero por supuesto los contras de esta situación florecían impetuosamente. De los amigos que tenía cuando cumplí por primera vez diez años, ya no recordaba ni sus caras. Mis amigos van cambiando cada año y hace ya tanto de esta situación que puede ser que hasta el hijo de alguno de ellos ya tenga diez años y sea mi compañero de clase. Además cada año tengo menos fuerza, no física sino mental.
Hace algún tiempo me han cambiado a otro cole. Estoy interno pero no esta mal. Además el profesor que tengo ahora es muy simpático aunque un poco raro. Yo creo que esta loco, pero es muy gracioso. Me dice que esto no es un cole y que yo no tengo diez años. ¡Es la leche el tío! Dice que tengo cuarenta años y que hay cositas en mi cabeza que no funcionan bien. La verdad es que no me importa lo que diga, pero si que es cierto que en este cole hay gente muy rara y aquí llevan bata blanca hasta los conserjes, que por cierto son un montón.
Bueno me voy a preparar mi cumple que mañana cumplo once años.

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